A continuación les mostramos un fragmento del libro de la vida de nuestro Fundador: Pedro Bienvenido Noailles "Un ideal marco su destino" dónde se refleja la importancia del momento:
El día de la presentación de Jesús al Templo,
se dirige fervorosa e insistente al Señor, pidiéndole una señal con la que les
manifieste su voluntad.
La
señal se hace esperar.
Al
día siguiente, 3 de febrero de 1822, como todos los domingos, las religiosas tienen
por la tarde la Exposición del Santísimo en su capilla.
El
P. Noailles, que acostumbra a ir para esta celebración, se ve retenido este
domingo, de turno de coadjutor en la Parroquia por lo que le ruega a un anciano
sacerdote, el P. Delort, que tenga la bondad de suplirle.
Apenas
el sacerdote coloca la Sagrada Hostia en la Custodia, ve que desaparecen las
especies del pan y aparece el busto de Jesucristo, bellísimo, en edad de unos
treinta años, con la mano izquierda sobre el corazón y con la derecha
bendiciendo.
Esta
Milagrosa Aparición dura unos veinte minutos y es percibida por el sacerdote,
las religiosas, las niñas, todas las personas presentes. Sólo desaparece en el
momento en que el sacerdote, después de haber dado emocionado y tembloroso con
la Custodia en mano la Bendición, se dispone a retirar la Hostia para colocarla
de nuevo en el Sagrario. ¿Cabe
mayor signo, como respuesta a la petición de la Madre Trinidad que, el mismo
Jesucristo se haga Milagrosamente visible en medio de ellas y Bendiciéndolas? Jesucristo,
con su Milagrosa Aparición, no solo bendice la Obra, sino que ratifica además
el espíritu que la anima.